marzo 29, 2024

El fracaso de la “Guerra imperial contra las drogas”

La estrategia internacional de la lucha contra las drogas —concebida por los Estados Unidos para el mundo y aplicada por gobiernos sumisos del pasado—, ha fracasado luego de 40 años, pero al mismo tiempo abre la condición de posibilidad de pensar en “otras maneras” de luchar contra el crimen organizado.

En primer lugar, confirma que la lucha contra las drogas debe ser el resultado de una responsabilidad compartida efectiva y no enunciativa. Hasta ahora, los países en los que el consumo de todo tipo de drogas mantiene una tendencia creciente han pretendido concentrar la presión sobre los países denominados equivocadamente “consumidores”.

El énfasis en la regulación de la oferta no ha arrojado los resultados esperados. Los precios de las drogas no han caído. Por lo demás, el consumo de drogas sintéticas, fabricadas en las entrañas de esos países, registra un nivel de aumento que en ocasiones desplaza a las que son “importadas”.

Segundo, en el caso de la cocaína —estimulada en su consumo dentro de Estados Unidos desde la década de los 70 con mayor fuerza a manera de construir un mejor “estatus social” ante el consumo de la marihuana—, exige diferenciar a la hoja de coca en su estado natural de la droga en su sentido particular.

La hoja de coca, como ha quedado demostrado con el exitoso resultado de la estrategia boliviana de denunciar la Convención de 1961 y luego ser readmitida con el respaldo de 169 estados, es un patrimonio cultural de los pueblos andinos, tiene un uso doméstico y ritual.

En tercer lugar, está demostrado que el uso de la violencia solo ha servido para la represión de los cultivadores de la hoja de coca, a quienes se los ha estigmatizado socialmente, y no ha sido efectivo para terminar con las bandas de libre empresarios de la droga.

A título de “Guerra contra las Drogas” se ha desconocido la soberanía de los Estados, se han ocupado territorios para construir bases militares de viejo y nuevo tipo y, sobre todo, se la intervenido en temas políticos de absoluto interés interno. Es decir ha servido como pretexto de intervención.

Cuarto, se ha demostrado que la aplicación de políticas públicas en concertación con los cultivadores de la hoja de coca ha permitido reducir, sin violencia y a bajo costo, la hoja de coca excedentaria.

De hecho, solo comparar los datos de 2012 aportan elementos políticos para constatar que el país donde se ha concertado con los campesinos, como es el caso de Bolivia, ha viabilizado una reducción de un 13 por ciento de cultivos respecto al año anterior, a diferencia de los bajos niveles obtenidos en aquellos países donde la represión es lo que cuenta (Perú y Colombia).

Sea el primero en opinar

Deja un comentario