Por Carlos Echazú Cortéz-.
Felipe Quispe ha puesto nuevamente en el tapete del debate público la viabilidad de Bolivia como Estado, al plantear que «el Kollasuyu tiene que liquidar Bolivia». No se trata, como quieren verlo los que no entienden nada, de los delirios de un «desubicado» que sueña con retrotraer la historia al pasado precolonial. Se trata más bien de la alternativa que tienen los pueblos de Bolivia, porque las oligarquías pretenden, ellas sí, retraer Bolivia a los tiempos en que los indígenas eran personas de segunda clase, considerados «salvajes» o «bestias humanas, indignas de ser considerados ciudadanos».
Efectivamente, los rebrotes de racismo abierto, hechos públicos no solo por fascistas del Comité Cívico Cruceño, sino por autoridades –también fascistas– del gobierno golpista, han dado las señales claras a las inmensas mayorías indígenas de este país que las oligarquías pretenden reinstaurar la República racista que sometió a Bolivia durante más de siglo y medio hasta la refundación como Estado Plurinacional. Eso es lo que está en juego en la coyuntura política actual, más allá del triunfo de una candidatura en las elecciones mañosamente postergadas, de modo reiterado.
No comprendieron nada de lo que significó el proyecto del Estado Plurinacional. Independientemente de que haya avanzado o no en los 14 años de gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS), o si lo hizo en mayor o menor grado, el solo proyecto implica una esperanza para que Bolivia pueda prevalecer, pues conlleva la intención de construir un Estado en el que las distintas nacionalidades, quechua, aymara, tupiguaranies, así como mestizos descendientes de europeos, puedan convivir en un Estado que les proporcione una vida en condiciones igualitarias, promoviendo todas las culturas, los idiomas, cosmovisiones, entre otros.
No se trata solamente de otorgar ciudadanía plena a todos los individuos, independientemente de su origen étnico o nacionalitario, sino, y sobre todo, del reconocimiento de las naciones originarias como conglomerados humanos con identidad cultural y nacional propia, con derecho a ser promovida y protegida por el Estado, tal como lo plantea la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
Ese proyecto está siendo gravemente amenazado por las constantes manifestaciones de racismo, provenientes de la sociedad civil y desde organismos del mismo Estado. Así también se desahucia el proyecto con una multitud de comportamientos institucionalizados, desde la tristemente célebre entrada a Palacio con La Biblia y la afrenta a la wiphala por parte de integrantes de la Policía Nacional. Por cierto, no pasó desapercibido a nadie en este país que la autoproclamada, después de haber hecho hipócritamente un desagravio a la wiphala, en su destemplado acto de la efemérides patria, hubo retirado la wiphala de la banda presidencial.
No entendieron nada de lo que todo esto significa. El que con mayor claridad manifiesta esa ignorancia es el presunto «intelectual y analista», hoy convertido en Ministro de Obras Públicas, Iván Arias, que cada vez que puede dice ser ciudadano de la República de Bolivia y no del Estado Plurinacional de Bolivia, sin dar mayor explicación, lo que significa que es ignorante de todo el sustento programático, teórico y democrático del proyecto de Estado Plurinacional.
Ahora bien, es legítimo atribuir ignorancia a quien posa de intelectual y desahucia un proyecto sin referirse mínimamente a sus sustentos teóricos y programáticos. Sin embargo, más allá de la discusión académica e intelectual, que no se atreven a enfrentarla, por ignorancia o por lo que sea, está el asunto político. Y en este aspecto ha quedado muy claro que las oligarquías y sus distintas expresiones políticas pretenden reinstaurar la República racista y eliminar al Estado Plurinacional, puesto que tienen conciencia respecto a que ese proyecto conlleva la pérdida de sus privilegios de casta y de clase social. Ahí está la razón fundamental de sus ataques furibundos contra los 14 años del MAS y ahí también está la base estructural de la crisis política de la coyuntura actual.
El peligro, que los miopes pseudointelectuales de la oligarquía no ven, está en que si ellos persisten en la reinstauración de la República racista, pues los distintos pueblos indígenas trabajarán por sus propias opciones, como aquella del Kollasuyu, planteada por Felipe Quispe. Por eso es que Bolivia solo puede prevalecer como Estado Plurinacional.
* Militante de la izquierda boliviana
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