Por Soledad Buendía Herdoíza * -.
El pasado 30 de marzo se conmemoró el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar. En 1988, en el primer gran Congreso de Trabajadoras del Hogar, que tuvo lugar en Bogotá, Colombia, se debatió la importancia de visibilizar esta tarea que aporta de manera sustancial a la reproducción social.
La discriminación que sufren las personas que se dedican a este trabajo persiste en muchos de los países latinoamericanos, la falta de leyes que les amparan, el establecimiento de un pago digno por su labor y el derecho a una protección social por parte de los Estados son varios de los temas por resolver.
Es importante impulsar una reflexión conjunta sobre las condiciones en que las trabajadoras ejercen su labor, sostenidas en relaciones de poder que históricamente componen al trabajo de cuidado, donde el ejercicio del mando-obediencia en este sector está muy cerca de la explotación.
En 2008, la Revolución cambió esta situación para miles de mujeres trabajadoras domésticas en Ecuador, al establecer salarios mínimos, obligatoriedad de afiliación a la seguridad social y condiciones dignas para su trabajo. Respeto para quienes históricamente han sufrido tanto maltrato y violencia.
Es justamente este sector uno de los más afectados por la pandemia, uno de los más golpeados por la crisis económica pues, con las políticas antiderechos impulsadas por el gobierno nefasto de Lenín Moreno, los retrocesos sufridos las llevaron a décadas atrás.
Las trabajadoras remuneradas han sido despedidas sin derecho a liquidación ni prestaciones. Las principales preocupaciones son los despidos intempestivos, se las obliga a una “renuncia voluntaria”, con el fin de evitar pagos de liquidaciones. Además, a las que aún trabajan no se les está cancelando los valores correspondientes al pago del Seguro Social y laboran de 15 a 16 horas, muchas de ellas en modalidad puertas adentro. Preocupa que se vea como normal este tipo de explotación, se callan por miedo a perder sus empleos. Hoy en Ecuador, según notas periodísticas, menos del 20% de las trabajadoras remuneradas del hogar conservan su puesto de trabajo, y el panorama se presenta muy desfavorable en un país sin planes de reactivación económica.
Las elecciones del 11 de abril son una oportunidad para modificar estas condiciones. El proceso electoral es una esperanza para numerosas mujeres de este sector de la economía. Votar por programas de gobierno que permitan salir de la crisis, enfocados en el bienestar de las grandes mayorías y que por tanto defiendan y garanticen los derechos de las trabajadas del hogar será la única alternativa. ¡Vamos a votar por el país! ¡Vamos a votar por Arauz!
* Miembro de la Asamblea Nacional del Ecuador.
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