
Por Jasivia Gonzales * -.
En Bolivia, la promulgación de la Ley 300 de la Madre Tierra y Desarrollo Integral para Vivir Bien, en su Artículo 53, define el marco normativo e institucional sobre cambio climático, estableciendo la Autoridad Plurinacional de la Madre Tierra (APMT), cuya competencia es formular e implementar la política en ese ámbito, la cual se constituye en tres mecanismos: 1) Mecanismo de Mitigación; 2) Mecanismo de Adaptación; y 3) Mecanismo Conjunto de Mitigación y Adaptación para el Manejo Integral y Sustentable de los Bosques y la Tierra.
Hasta hace poco, los países del primer mundo solo veían a la mitigación como principal mecanismo de lucha contra el cambio climático. El cual se concentra en establecer acciones que reduzcan la generación de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano, entre otros) producidos por la gran industria y su tecnificación que beneficia a solo una parte del planeta. Dejando de lado las necesidades de adaptación de los países que sufren los efectos del cambio climático, limitando sus capacidades de desarrollo e incrementando la situación de pobreza, de migrantes climáticos y otros, de su población.
Para ello, durante los últimos 15 años, los países han generado modelos económicos basados en la capitalización financiera de las funciones ambientales, denominándolos en principio “servicios ambientales”. De este modo, los países del primer mundo al ser los que generan más gases de efecto invernadero propusieron un sistema de pago a los países con más bosques para que no deforesten y aseguren la permanencia de los árboles ya que estos son capaces de absorber el dióxido de carbono como parte del proceso de la fotosíntesis que crea energía para la planta y oxígeno para el resto de los seres vivos que vivimos del oxígeno.
Por lo tanto, la respuesta a la “preocupación” de los países del primer mundo en lograr un equilibrio entre la gran cantidad de dióxido de carbono que ellos generan y la forma de reducirlo fue una forma de transferir responsabilidades a los países en desarrollo, creando además un nuevo mercado en torno a la “no deforestación” o “deforestación evitada”, conocido por sus siglas en inglés REDD (Reduced Emissions from Deforestation and Degradation), a través del pago de bonos de carbono. En su justificación se dice que los fondos generados por los países con bosques, traerán beneficios económicos para las comunidades que habitan en ellos con la condición de que no deforesten. Sin embargo, se trata de un nuevo modelo de imposición que lleva a la pérdida de soberanía de los países sobre sus bosques, no acarrea beneficios a las comunidades que dependen de ellos y, hasta ahora, a pesar de tasar metodologías sofisticadas de medición de cuánto dióxido de carbono se absorbe, no han podido demostrar beneficios planetarios.
A nivel mundial, Bolivia ocupa el número 14 de los países con mayor cobertura de bosques (50,6% del país) [1]. Rusia es el primer país en el mundo con mayor cobertura boscosa (49,8% de su país), seguido de Brasil (59% del país) y de Canadá (38,2% del país) [1]. Entonces los ojos de REDD debieran estar puestos en la conservación de los bosques rusos, canadienses y brasileros. Sin embargo, una de las características fundamentales del bosque tropical es que sus árboles tienen hojas lanceoladas (anchas) en lugar de aciculares (angostas en forma de agujas), como pasa con las especies de los bosques templados, lo que le permite al bosque tropical ser más eficiente en la absorción de dióxido de carbono que un bosque templado [2] y, por ello, las organizaciones funcionales a los intereses de los países desarrollados pretenden imponer limitaciones por la vía de mercados a los países con bosques tropicales, que son parte del Sur Global.
En Bolivia, a través de la Ley 300 se ha establecido claramente que no se pueden mercantilizar las funciones de la Madre Tierra, puesto que no es el ser humano quien las fabrica, sino que parte de la naturaleza y todos los seres vivos dependemos de estos elementos, por lo que no se les puede asignar un precio monetario, por ejemplo, a la polinización, la regulación de plagas, dispersión de semillas que genera la fauna (abejas, murciélagos, jochis, entre muchos otros).
Pero además plantea una propuesta alternativa a REDD, que es el Mecanismo Conjunto de Mitigación y Adaptación para el Manejo Integral y Sustentable de los Bosques y Madre Tierra, que se basa en los beneficios multidimensionales de los bosques, puesto que estos al absorber dióxido de carbono tienen una función de mitigación, pero al dar el sustento de vida a las comunidades que ahí habitan, así como sus funciones ambientales en torno a la regulación del clima, los ciclos hidrológicos, entre otros, son la base para la adaptación.
Estos planteamientos buscan encarar de manera integral y estructural un nuevo modelo de gestión de los bosques, que enfrente, en el caso del territorio boliviano, los múltiples factores que producen la deforestación y cambio de uso de suelo, que incluye a la agroindustria en diferentes escalas, el asentamiento de nuevas comunidades y la apertura de caminos acompañado de cualquier otra actividad de generación de infraestructura. Todos estos aspectos forman parte de nuestro desarrollo y no podría estar condicionado por la transferencia de responsabilidades de los países desarrollados, que han producido las afectaciones planetarias y que por tanto debieran encarar compromisos sólidos de mitigación, en el marco de la justicia climática.
Mientras que en Bolivia este camino nos obliga a todas y todos, entre campesinos, indígenas, académicos, líderes, políticos, técnicos, profesionales, familias e individuos, a dejar de ver los procesos de desarrollo como sectores aislados, ahora más que nunca debemos integrar los conocimientos, democratizarlos y ampliar sus beneficios, actuar con solidaridad y reciprocidad.
Ante los inminentes efectos del cambio climático, los modelos económicos mientras no salgan del solo consumismo no aportan en nada, ahora serán los valores de los grupos humanos los que nos darán más esperanza y donde requerimos construir modelos sociales que incorporen mecanismos económicos basados en la sustentabilidad.
- Bióloga con doctorado en Ciencias Naturales, mención Botánica, Zoología y Geografía.
1 Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) (2015). Evaluación de los recursos forestales mundiales 2015. Compendio de datos.
2 Jaramillo C. “Historia geológica del bosque húmedo neotropical”. Rev. Acad. Colomb. Cienc. 36 (138): 57-77, 2012. ISSN 0370-3908.
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