Por La Época -.
El octavo mes del año se inicia con la amenaza de una serie de conflictos a desencadenarse. A pesar de que puede ser válida la hipótesis de que una parte de ellos no está siendo coordinado por un mando central, es también cierto el riesgo de su instrumentalización para generar una desestabilización del gobierno del presidente Luis Arce y el acortamiento de su mandato.
Lo que queremos señalar es que no todos los que protesten en septiembre, en algunos casos por preocupaciones legítimas como el alza de los precios de algunos productos de la canasta familiar o por la escasez de dólares y combustibles, están directamente en la línea política de presionar para que Arce se vea obligado a renunciar o adelantar las elecciones. Sería un error ver de esa manera lineal lo que está ocurriendo en la coyuntura.
Pero también sería una ingenuidad pensar en la inexistencia de actores políticos que están organizando conflictos claramente desestabilizadores o que buscan la manera de montarse en reclamos y preocupaciones legítimas de la población con el único fin de derrocar al Gobierno y, por tanto, romper el orden constitucional. Lamentablemente hay dos actores antagónicos entre sí que ahora se dan la mano o al menos marchan al mismo ritmo para acortar el mandato del presidente actual. Nos referimos a la ultraderecha (llámese Creemos o Libertarios) y a la facción evista que está en posiciones de un nacionalismo conservador. Los primeros lideraron el golpe de Estado contra el segundo en noviembre de 2019.
Entre los conflictos que pueden ser instrumentalizados con fines desestabilizadores está el resultado del Censo recientemente conocido. En este caso es comprensible, como suele ocurrir, que algunos aseguren haber crecido más de lo que dicen las cifras oficiales y otros de no tener menos población de lo señalado. Ahora, como no pasa en ninguna parte del mundo, el Censo se ha convertido en una herramienta política empleada por algunos influyentes actores cruceños desde hace más de año y medio, al instalar la idea de que ese departamento había alcanzado a un poco más de cuatro millones de población, por lo que cualquier dato que no sea ese era un “fraude”. Y eso es lo que está ocurriendo ahora.
El otro conflicto con motivos aparentes es el anunciado por la facción evista. Se sostiene que es por los problemas derivados de la situación económica, pero la causa de fondo es el interés del expresidente del período 2006-2019 de querer volver pronto “a las buenas o las malas”.
Por tanto, todo puede pasar entre septiembre y la primera quincena de octubre. Si el MAS evista afirma que no es verdad su interés de que Arce se vaya antes de cumplir su mandato, pues debe demostrarlo con hechos y no su doble narrativa. Morales debe demostrar que aprendió de la coyuntura 1982-1985, cuando errores de la izquierda y el movimiento sindical favorecieron a los planes de la derecha y el imperialismo.
En síntesis, en septiembre y primera quincena de octubre se librarán las jornadas decisivas.
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