Por La Época -.
Marcelo Claure se ha convertido en un actor que se ha propuesto tener incidencia en los asuntos del país. Empezó primero con el club Bolívar, del que es dueño de hace varios años, y como para el multimillonario norteamericano (pues sostiene que es ciudadano de ese país) en todo lo que invierte se mueve la ley del valor, su presencia en el deporte trasciende a la Academia. Está, por ejemplo, su carácter de propietario de un club de fútbol, de los buenos, en España.
Desde hace más de cinco meses lo habíamos advertido desde este espacio, Claure fue pasando al campo de la política, con algunos mensajes a través del actual X, de propiedad de su gran amigo y socio Elon Musk, quien está interesado en el litio de Uyuni y por el que apoyó el golpe de Estado de noviembre de 2020. Por tanto, nada es gratuito para Claure, quien ha dado señales de arrogancia y criterios nada inteligentes.
Este empresario primero midió sus posibilidades de ser candidato a la presidencia por un partido de origen cruceño. Su sueño se desvaneció rápidamente pues llegó a la conclusión de que hacer política en un país como el nuestro requiere ser de pelea y ese es un rasgo que no tiene. Hasta ese momento estaba entre los dos preferidos de la embajada de los Estados Unidos.
Pero todo indica que su decisión de entrar a la política no se detuvo y más bien ahora la apuesta es más grande. Como su manera de pensar es colonial e imperial no oculta su intención de ser un actor central en la escena política. Para eso, lo que hace es mostrar que todas las encuestas que se hacen en Bolivia son malas y que las que él ha empezado a publicar con las únicas confiables, y que dará su apoyo a todos los candidatos de la oposición. Y como su forma de pensar parte desde el capital, pues no es difícil deducir que apoyará económicamente a todos.
No es el altruismo o el espíritu de benefactor que impulsa al empresario de marras. Claure apuesta alto y es que cualquiera de los opositores que gane la elección estará moral y políticamente obligado a viabilizar su ingreso en áreas estratégicas de la economía nacional que le permitan reproducir el capital para beneficio propio y para otros como su gran socio Musk. Es decir, que lo que le interesa a este empresario es invertir para ganar y al mismo tiempo incorporarse como actor central en el ejercicio del poder político sin que tenga cargo alguno.
Ahora que a este empresario no le importe lucir su aire colonial e imperial ya es algo para saber el tipo de perfil que tiene y la amenaza que representa para los derechos colectivos de los pueblos. Que los políticos de oposición tradicional se sientan felices de reunirse con Claure y recibir sus “recomendaciones” es algo que tampoco debería sorprendernos, aunque hay que reconocer que a uno de ellos le cae como una patada en el hígado el protagonismo del multimillonario.
Lo delicado está en el interés del empresario de ampliar su incidencia hacia el campo nacional-popular y use para ello al presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, quien al parecer hizo puntos al presentarse como un político de izquierda democrático distinto al de los referentes de la izquierda revolucionaria en América Latina y el Caribe, es decir como lo que es el PSOE de España.
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