febrero 19, 2025

Simple y vulgar machismo en “tiempos de cambio”

La reforma intelectual y moral planteada por Gramsci, como condición básica de un verdadero proceso de transformación social y política que asuma, entre otras cosas, el reto de impulsar una nueva forma de hacer política con principios éticos, cuya hegemonía se construya de manera legítima, sobre la base reconsensos y coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, reconociendo y articulando sujetos políticos plurales y propuestas que alientan una utopía colectiva, sin recurrir a imposiciones, descalificaciones, amenazas ni a judicializar la política, resulta a estas alturas del ya trillado “proceso de cambio” conducido por el gobierno, una triste ironía. También el uso de consignas como: Vivir bien, revolución democrática y cultural, descolonización, despatriarcalización, se convierten en frases huecas, carentes de contenido, demagógicas, que no encuentran respaldo suficiente y adecuado en las políticas públicas ni en el accionar del gobierno.

Se podría, desde luego, mencionar diversos acontecimientos que confirman lo que digo, entre los que resulta paradigmática la censurable gestión gubernamental frente al conflicto del TIPNIS, pero ahora me referiré sólo a las ya tristemente célebres coplas carnavaleras que animaron un acto oficial de ch’alla del palacio presidencial en la plaza Murillo, el viernes 17 de febrero.

El contenido abiertamente machista y discriminatorio de las letras, la vulgaridad sexista de su contenido, lo inapropiado del asunto, así como el insólito entusiasmo con que esas coplas fueron entonadas por personas de la más alta investidura política en el país, muestran a las claras dos cosas en las que me gustaría hacer hincapié. La primera es que las y los protagonistas de este lamentable circo carnavalero, expresan que el machismo como sentido común, todavía predomina y está profundamente arraigado en nuestra sociedad, en hombres y mujeres. Si no ¿cómo explicarnos el festejo unánime de tamañas ocurrencias, por parte de las y los asistentes, entre quienes había varias mujeres aludidas en las torpes canciones?, con el agravante de que no se trata de un hecho aislado o excepcional, al contrario, bastará con traer a nuestra memoria las recurrentes declaraciones presidenciales a propósito del tema.

La segunda, que me parece aún más deplorable, es la complaciente participación de mujeres de alto rango político o de valiosa trayectoria en las luchas políticas y sociales del país, como las Bartolinas, ya sea cantando, aplaudiendo o riendo ante un sentido del humor a todas luces distorsionado y grotesco. Pues la picardía y el humor dejan de ser tales, cuando se centran en denigrar y ofender al otro, en este caso a las mujeres, reforzando un imaginario machista inaceptable. Penoso espectáculo, sin duda. ¿Será que algunas de las premisas “éticas” de este proceso de cambio necesitan alimentarse de un caudillismo machista, con la complicidad de una visión y conducta gubernamental patriarcalizada del género?

“Masismo y machismo/ misma cosa son/ en estos carnavales/ bien claro quedó”

*          Socióloga, feminista y activista por los derechos de las mujeres.

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