marzo 29, 2024

Democracia y Censo

Lo que Bolivia busca con el Censo es simplemente un reflejo de su compleja fisonomía, pues ésta lógicamente está más allá de la descripción política del Artículo 3 de la Constitución. Está también más allá del debate sobre el mestizaje. Lo que pone en juego el Censo es una de las formas sobre las que se desarrollará una transformación en la subjetividad boliviana.

El término democracia proviene de la unión de dos palabras griegas: demos y kratos. La primera (demos) hace referencia al pueblo (no cualquier pueblo, sino al pueblo ciudadano, al pueblo que participa en lo público), y la segunda (kratos) hace referencia al poder (no al poder como titularidad sino al poder en tanto ejercicio, praxis). Literalmente podemos entender por democracia tanto al poder del pueblo, al poder en el pueblo y al poder sobre el pueblo.

En el primer caso, por el poder del pueblo nos referimos al poder como potencia que se produce por y en la cooperación de los seres humanos, en este caso la subjetividad humana se transforma por la presencia de la alteridad, por la presencia de los otros. Esto supone que la humanidad se transforma constantemente por la interacción de los mismos seres humanos. Como señalaba Baruch Spinoza la potencia de un ser humano se multiplica con la potencia de otros seres humanos 1. Lo que diez personas pueden hacer por separado es mucho menos de lo que estas mismas diez personas puedan hacer juntas. Y no sólo el producto de su potencia es lo que se pone en juego, sino la misma subjetividad se transforma y potencia en la cooperación. Lo que Marx denominaba modo de producción no es otra cosa que la potencia coordinada de los seres humanos. El poder, en consecuencia, es sólo posible como producción de potencia popular.

En el segundo caso, el poder en el pueblo, tiene como condición al poder del pueblo. Es decir la potencia de la cooperación emerge como dispositivo de transformación de todo tipo de gobierno. No es posible ningún tipo de gobierno si la condición de poder se encuentra en el pueblo. En otras palabras el pueblo se transforma, se autodetermina, crea y recrea las condiciones de todo gobierno futuro. El pueblo se asume no sólo como productor de la potencia, sino como sujeto de la misma. El pueblo se observa a si mismo como condición de todo poder, como condición de democracia. El poder en el pueblo es potencia de gobierno, es potencia de un gobierno futuro, pero no es en si mismo gobierno. Para poder pensar el gobierno sobre el pueblo es necesaria una tercera fase, es decir ingresar al tercer caso: el poder sobre el pueblo.

El tercer caso, el poder sobre el pueblo, es sólo posible, en democracia, a partir de la autopoiesis del gobierno del pueblo. Es el pueblo el productor de la potencia, el sujeto de la potencia, y en este tercer caso la fuerza misma del gobierno. No es posible ningún tipo de gobierno sobre el pueblo sin que el mismo lo haya producido, lo haya consentido y a la vez limitado. La democracia es en consecuencia la potencia que posibilita el gobierno sobre el pueblo, cuya fuente y naturaleza descansa en el mismo pueblo. La democracia es la condición de la producción de su gobierno, es sólo gobierno democrático el que es producido por el pueblo, el que es dado por si mismo.

De esta manera se puede decir que el poder fluye y no puede encontrarse aquí o allá, sino se encuentra siempre en una lógica relacional, creando condiciones de potencia y de gobierno.

Entonces el término democracia no es un significante sencillo (como lo puede ser una referencia etimológica de las palabras). Debe repararse, por ejemplo, que el pueblo es en si una pluralidad de sujetos antagónicos, depositarios del conflicto y de la política, el pueblo es lo colectivo depositario de diversidad y pluralidad, es el núcleo mismo de la querella discursiva que se genera al interior del mismo pueblo.

Entonces el pueblo (demos) como depositario del poder (kratos) no puede resolver por si mismo el ejercicio de este poder, dicho de otra manera, el pueblo que es a la vez el gobernante y el gobernado precisa de mecanismos para resolver esta transformación, de ser a la vez gobernante y gobernado, y allí es donde se habilitan los lenguajes, las formas de la democracia. No hay una sola forma de resolver esta transmisión y transformación del sujeto de poder y el destinatario del mismo. Así como no hay una sola temporalidad de las relaciones que pone en juego la democracia.

Las formas, los mecanismos y los niveles institucionales que permiten al pueblo (demos) el ejercicio de poder y de gobierno (kratos) sobre el poder, precisan de una variedad de lenguajes, de prácticas, que nos permiten, entonces, hablar de democracias en plural. El mismo sujeto pueblo (demos) es en si diverso, plural y a la vez conflictivo, y el mismo poder (kratos) es a la vez un flujo que se expande, se desarrolla a partir de varias redes complejas de dispositivos, mecanismos y subjetivaciones que permiten la prórroga del ejercicio del poder.

Entonces, en los orígenes mismos del término, es decir en su etimología, no encontramos una solución fácil respecto a lo que es democracia, en todo caso se problematiza y pluraliza lo que se entiende en si por democracia, lo cual nos lleva a afirmar que se puede denominar democracia a los movimientos constantes de la potencia del pueblo.

En Bolivia, el pueblo boliviano conforme al Artículo 3 de la Constitución no configura un sujeto homogéneo, sino un sujeto plural habitado tanto por subjetividades individuales (bolivianos y bolivianas) como subjetividades colectivas (naciones y pueblos indígena originario campesinos, comunidades interculturales y afrobolivianas). La condición plurinacional también se refleja en la pluralidad en la que se funda Bolivia (Artículo 1), pluralidad que es anterior a la formación estatal de Bolivia, conforme lo establece el preámbulo de la Constitución.

Este pueblo boliviano, artífice de su potencia, es el que se verá reflejado en el Censo del próximo 21 de noviembre, no para definir su condición de plurinacionalidad, porque la misma en realidad se definió en un Proceso Constituyente como el que se llevó a cabo entre el año 2006 y el 2009 y para redefinirlo se precisará de otro proceso constituyente. Tampoco el censo determinará las condiciones de posibilidad de una autonomía indígena, debido a que la autonomía indígena se constituye por la voluntad de la población y no en la praxis de un censo.

Entonces, lo que Bolivia busca con el Censo es simplemente un reflejo de su compleja fisonomía, pues ésta lógicamente está más allá de la descripción política del Artículo 3 de la Constitución. Está también más allá del debate sobre el mestizaje, sobre el cual no considero que debería haber alguna duda, pues el mestizaje es común a todo ser humano, incluso es una de las condiciones de lo que llamamos humanidad hoy. Lo que pone en juego el Censo es una de las formas sobre las que se desarrollará una transformación en la subjetividad boliviana.

Bolivia se mira y se censa, y busca a la vez su potencia para producir una nueva forma de democracia que está en las puertas de la Constitución Política del Estado.

1          Tomamos la lectura que Antonio Negri hace de Spinoza. Para una mayor información consulte a Negri, Antonio. 1994. El poder constituyente. Madrid – España: Ed. Libertarias – Prodhufi.

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