Por Carlos Echazú Cortéz *.
El gobierno de la autoproclamada ha lanzado una campaña por instalar en el imaginario de la población la idea de una disyuntiva que asoma a Bolivia y que la resumen en el dilema de dos caminos a elegirse.
La circunstancia escogida por la golpista para iniciar su campaña, vale decir un aniversario de la Policía, indica que pretende darle resonancia a su iniciativa y bien podría decirse que es el relanzamiento de su campaña electoral. Asimismo, sus principales ministros, Murillo y López, siguieron el guión elaborado, realizando declaraciones, en las graderías del Palacio de Gobierno, lugar reservado para actos de importancia y, además, flanqueados por las cúpulas de la Policía y las Fuerzas Armadas. Todo esto indica que pretendían dar la sensación de que algo realmente importante estaba aconteciendo.
El discurso, prácticamente repetido por la presidente y sus ministros, señala que la disyuntiva de los dos caminos que tiene Bolivia es la de elegir entre el Gobierno, por un lado y, por otro, el camino de Evo Morales, el vilipendiado, y Luis Arce, el candidato opositor, lo que indica que el discurso es plenamente un discurso electoral.
Lo realmente llamativo, en el contenido del discurso, es que quien lo ha elaborado, posiblemente Erick Foronda, el confeso agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que no ha pensado, en lo más mínimo, en que el discurso que se pretende vaya a guiar la estrategia política del Gobierno debería tener un mínimo de credibilidad ante la población. Sin embargo, así como lo han planteado, el discurso está condenado a carecer de credibilidad.
Veamos. En primer lugar, se dice que el Gobierno representa la unidad de los bolivianos, mientras que Evo Morales y el MAS representan la división. Este planteamiento deja ver que en el gobierno de Jeannine Áñez no tienen la más mínima capacidad de verse a sí mismos y lo que representan. Cualquiera que intente realizar un análisis del discurso político de esos tres personajes, Áñez y sus dos ministros, no podrá evitar notar que en ellos ha predominado, en todo momento, el discurso confrontacional, de odio y hasta racista. Hace solo una semana, López estaba amenazando a un ciudadano beniano que si el oficial del Ejército reaccionaba, él desaparecería en 10 segundos; dos días después de su teatralizada intervención de los dos caminos, Murillo amenaza con que «no se quejen de las consecuencias si tocan a un militar o a un policía». Durante sus siete meses de gestión, este ministro ha amenazado a medio mundo con la cárcel y con procesos penales. Por todo esto, lo que menos representan Áñez, López y Murillo es la unidad de los bolivianos.
En segundo lugar, el discurso de los dos caminos pretende mostrar al Gobierno como la representación de la democracia, mientras Evo y el MAS son señalados como la representación de la dictadura. Sin embargo, el discurso es lanzado en un momento en que el debate público se concentra en la convocatoria a elecciones y sus principales contendientes electorales, el MAS y Comunidad Ciudadana, acusan al Gobierno de pretender prorrogarse en el poder.
La interpelación se torna aún más grave cuando se señala que el Gobierno no ha salido de las urnas y que la emergencia requiere de un gobierno legítimo, elegido por el voto popular. En este marco, el Gobierno no tiene la menor posibilidad de ser visto como la representación de la democracia.
En tercer lugar, los golpistas pretenden representar el camino de la defensa de la salud. El momento elegido para presentarse de ese modo es el menos apropiado para ellos. Justo cuando estaban barriendo bajo la alfombra el caso de la compra con sobreprecio de los respiradores inservibles, les estalla otro escándalo de corrupción en la compra con sobreprecio de insumos de bioseguridad por parte del Ministerio de Energía. Esto, sin embargo, no es todo, pues habiéndose percatado que la corrupción era muy evidente, han detenido la llegada de estos implementos ya comprados, en un momento en que médicos de varios hospitales del país comienzan a movilizarse por la falta de dotación de, justamente, esos implementos. De este modo, ha quedado ya por demás demostrado que este gobierno representa más bien el peligro de que el coronavirus cause mayores estragos en la población por su ineficiencia y corrupción en la gestión de la pandemia.
En cuarto lugar, el Gobierno, con una clara intensión electoralista, pretende mostrarse como el camino de los bonos. Acá queda completamente de manifiesto su intensión de electoralizar su entrega de bonos, tal como se había ya evidenciado en una reunión virtual filtrada, en la que el exviceministro de Trabajo, Empleo y Provisión Social, Franz Choque, esperaba lograr «votos agradecidos» con su plan de empleos y con los bonos. En este aspecto, se han mostrado realmente desubicados, pues si hay alguien que puede representar el camino de los bonos es Evo Morales, ya que los bonos Dignidad, Juancito Pinto y Juana Azurduy tenían sostenibilidad probada en varios años de implementación. En cambio, los bonos entregados por Áñez no tienen la menor posibilidad de ser sostenibles, pues han sido financiados, ante la emergencia, con deuda externa. Para todo el mundo está claro que sus bonos morirán muy pronto.
Por todas estas razones, se evidencia que la estrategia de los dos caminos, lanzada pomposamente por el gobierno golpista, no tiene la menor credibilidad y, por lo tanto, está destinada a un rotundo fracaso.
* Militante de la izquierda boliviana
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