Por Fernando Rodríguez Ureña *-.
Estamos bordeando el medio siglo del golpe de Estado del Cnl. Hugo Banzer Suarez en contra de su camarada el Gral. Juan José Torrez Gonzales. La distancia en el tiempo, pueden generar dos tipos de efectos: la desmemoria y el olvido o en su defecto la perspectiva que brinda la distancia en el análisis de los hechos.
Para el caso nos situamos en la segunda alternativa. Y por eso es importante escudriñar cual fue el contexto en el que se produjo dicho golpe.
En agosto de 1971 vivíamos hasta ese momento la seguidilla de 5 golpes de Estado desde noviembre de 1964. Estos eran parte del ciclo militar que se repetía en todo el continente, con la fuerte impronta de la Escuela de las Américas. Este ciclo militar se proyectaría hasta el 1982, año en que se consolidó el proceso democrático, con el intermedio de las breves primaveras democráticas de los gobiernos civiles atípicos de Walter Guevara y Lidia Gueiler entre los años 1978 y 1979.
Banzer era la antítesis de Torrez, militar empujado por la COB y la CUB para hacerse del gobierno, en un momento en que las Fuerzas Armadas atravesaban fuertes confrontaciones internas, resultado de los liderazgos en las diferentes armas de la institución armada.
Torrez representaba a una línea nacionalista abierta hacia posiciones de izquierda que tuvo un antecedente que no es de menor importancia y trascendencia: Torrez era parte del Comando en Jefe que había decidido el asesinato de Ernesto Che Guevara.
Lo cierto es que en su gobierno permitió la instalación de la Asamblea del Pueblo, especie de soviet andino comandado por obreros, mineros, campesinos y universitarios, que se planteaban ser el poder dual de un gobierno, al que le pidieron armas para defenderlo, situación Torrez decidió tardíamente por su visión corporativista e institucionalista, que no sirvió de mucho, ya que sus propios camaradas terminaron de sustituirlo de manera violenta y sangrienta.
La asunción de Banzer al poder, coligado a los dos partidos antagónicos de vieja tradición en Bolivia, el MNR y la FSB, significaba no solamente un quiebre en la ya vieja tradición golpista militar, sino que acuñaba un conjunto de consignas anticomunistas, que como correlato tenían la emergencia capitalista pujante, pero en base a un oscuro proceso de acumulación originaria de capital.
Y este es el hecho importante, pues Banzer bajo el manto del desarrollo de la agroindustria, la minería mediana y la banca, (solventado por los altos precios del gas y el petróleo en el mercado mundial), estaba apadrinando el proyecto de industrialización de la cocaína, que se empezaba a consumir ya no en pequeños círculos exclusivos, sino que trazaba las denominadas conexiones que no eran sino las articulaciones transnacionales que distribuían cocaína para su consumo masivo en el mundo.
El negocio de la cocaína fue floreciente en este periodo, pero bajo control de determinados clanes familiares que no permitían competencia en sus conexiones. Es un momento en que los blasones familiares de varios apellidos prestigiados especialmente de Santa Cruz y del Beni, se ven manchados por el ilícito negocio mucho más rentable que la producción del algodón, el azúcar o la ganadería.
En este periodo empiezan a aparecer muertos de connotadas familias, que son víctimas de ejecuciones extrajudiciales, en los clásicos ajustes de cuentas.
Los custodios y seguridad de este floreciente negocio, eran uniformados que utilizaban a la institución armada con fines de acumulación particulares. Se tiene información fehaciente que estos utilizaban soldados no sólo para el corte de caña y cosecha de algodón en algunos ingenios azucareros de la época, sino también para la transformación de la pasta base en clorhidrato de cocaína de alta calidad y pureza para su posterior exportación. Sin embargo, en poco tiempo los custodios, terminaron abriendo sus propios ejes y conexiones.
En ese periodo se constituyeron los siguientes ejes de producción y comercialización de la cocaína: 1. San Javier – Montero – Portachuelo que abastecía el mercado norteamericano y Europeo; 2. San Ignacio – San Ramón – Santa Ana- Paraparaú para los mercados de Colombia y Brasil; 3. Todos Santos (Chapare) – Comarapa – Vallegrande – Moromoro, conocido como la conexión árabe, y ligado a la mafia italiana.
Más allá de los daños personales que implicó la dictadura, con violaciones a los derechos humanos especialmente de mineros y campesinos, la aplicación del Plan Cóndor en contra de todos quienes asumieron posiciones de izquierda y de compromiso con los pobres, la dictadura de Banzer generó también otra faceta de daños al país.
Una de esas facetas son los sobreprecios de las carreteras y autopistas construidas en ese periodo. Y la carretera Cochabamba – Santa Cruz por el Chapare, que además tenía como uno de sus objetivos un tránsito más veloz de la hoja de coca hacia el primer eje, fue construida por una empresa hoy conocida mundialmente por su método de corrupción de altas autoridades para conseguir contratos.
Se trata de la brasilera Odebrecht, que construyó esa carretera con sobreprecio y que pese a las investigaciones de la época, el gobierno de la UDP sobreseyó a los civiles que realizaron ese contrato.
Es preciso volver a re escribir la historia de ese proceso, ya que muchos de sus episodios aún se encuentran en la oscuridad y siguen siendo parte de la historia de los vencedores de ese proceso, la historia oficial.
* Sociólogo. Militante Guevarista
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