marzo 19, 2024

Los guardaparques: una labor en la defensa de los Derechos de la Madre Tierra no valorada

Por Gustavo Rey-Ortíz * -.


En Bolivia, las áreas protegidas son reconocidas por la Constitución Política del Estado (CPE), que en su Artículo 385 establece: “Las áreas protegidas constituyen un bien común y forman parte del patrimonio natural y cultural del país; cumplen funciones ambientales, culturales, sociales y económicas para el desarrollo sustentable”.

Claramente la CPE reconoce el valor y funciones integrales de las áreas protegidas, como espacios sujetos a una regulación especial, donde se busca a la vez garantizar las funciones ecológicas de las que dependen regiones, ciudades, comunidades, como la relación de los sistemas naturales con los sistemas socioculturales y económicos de comunidades que dependen y habitan en estas áreas.

En nuestro país, la gestión y protección de estas importantes áreas se haya en manos, principalmente, de más de 300 guardaparques, quienes conforman los cuerpos de protección de cada área protegida.

Este Cuerpo de Protección, desde su conformación en 1994, fue financiado con el Tesoro General de la Nación (TGN) y la cooperación internacional. Si bien desde 2006 el Estado ha designado mayores recursos e ítems para los guardaparques, lo que ha permitido al Servicio Nacional de Áreas Protegidas mantener un número mínimo permanente de personal, aún no se ha logrado cubrir la totalidad de este cuerpo especializado. La realidad es que hoy en día más del 50% de los guardaparques tienen un alto riesgo de inestabilidad laboral.

Aunque todavía ahora algunos sectores consideran a los guardaparques como un Cuerpo de Protección, dedicado únicamente a funciones de control de ilegalidades, en la realidad ellos son los pilares de la gestión de áreas protegidas, contribuyendo a tareas tan diversas que van desde el levantamiento de información sobre los procesos naturales, a través de los programas de investigación y monitoreo, el soporte de programas de impulso a sistemas productivos sustentables con las comunidades que habitan en las áreas, el desarrollo de las condiciones de operación turística, y muchas otras. Todo esto en un contexto de inseguridad laboral, de condiciones de trabajo limitadas, con muy poco equipo y aún menos recursos.

Por otro lado, el modelo de gestión de áreas protegidas requiere de una profunda reflexión y transformación, hacia un modelo de gestión territorial más integral, donde se superen las ideas del “parquismo” y se avance hacia modelos inclusivos, con equidad y justicia social, a la vez que se asegura la sustentabilidad ambiental. Es evidente que no se logrará avanzar si el cuerpo especializado, compuesto por hombres y mujeres, que se han formado a largo de muchos años, en algunos casos con más de 20 años de servicio dedicados al cuidado del patrimonio natural, en un contexto de avance de las ilegalidades y de necesidad de encarar las condiciones para el desarrollo integral y sustentables de comunidades indígena originario campesinas, se enfrentan día a día a una inestabilidad laboral, a una falta de valoración de sus funciones y a despidos injustificados.

Al iniciar este mes de abril, en que celebramos el Día Internacional de la Madre Tierra, tenemos que preguntarnos: ¿cómo podemos pensar en construir y fortalecer un sistema donde las áreas protegidas y ecosistemas estratégicos sean bien gestionados cumpliendo con los objetivos de aportar de manera integral a la defensa de los Derechos de la Madre Tierra?

Sin ninguna duda, una de las primeras tareas es reconocer y fortalecer las capacidades y funciones del Cuerpo de Guardaparques, hombres y mujeres surgidos de las mismas comunidades que viven en las áreas protegidas, pues no podemos pensar en construir si la base está aún descuidada, si la principal organización que soportará este sistema aún lucha por mantener un trabajo –el que en muchos casos tiene más de 20 años de entrega completa sin poder lograr la seguridad laboral a mediano o largo plazo–, si tenemos personas que han entregado toda una vida al cuidado del patrimonio de todos los bolivianos y bolivianas, pero aún esperan que cada año pueda llegar ese contrato o esa ratificación de funciones.

Personas tan entregadas a su labor como don Clemente Cruz, que “al percatarse que al otro lado de la banda del río había un hombre a punto de disparar a un animal, don Clemente Cruz, el guardaparque con mayor experiencia y encargado del patrullaje, le da instrucciones a su compañero para que cruce el río por la parte menos profunda. Mientras él, para evitar que el cazador dispare al jochi, se lanza al agua y nada de frente por la parte más profunda. Su objetivo fue cumplido, el cazador escapó sin su presa, pero don Clemente se perdió entre las fauces del río”. Que “en honor a la labor y entrega del guardaparque Clemente Cruz, el Estado Boliviano mediante Resolución Secretarial 086/2006 del Ministerio del Trabajo, declaró el 8 de noviembre como Día Nacional del Guardaparque Boliviano”. Entregados como él, hoy en día los guardaparques han perdido a más de 18 compañeros a lo largo de estos años.

Es momento de pensar realmente en darles las condiciones necesarias a estos valientes que todos los bolivianos les debemos agradecimiento y admiración, porque no solo cumplen a cabalidad con su deber, sino que, en muchos casos, han entregado todo también fuera de las áreas protegidas, enfrentando los incendios forestales, auxilio en inundaciones, búsqueda y rescate cercanos a sus áreas. Estas personas que en silencio se han encargado de que nuestra belleza paisajística, nuestra riqueza natural y el patrimonio de todos los bolivianos sigan presentes, a pesar de las constantes amenazas que tienen que enfrentar.


* Biólogo, con experiencia en manejo de vida silvestre y gestión de ecosistemas.

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