mayo 1, 2024

Bolivia conquista victoria moral y Chile se desespera

A poco de cumplirse la fase de los alegatos orales de Bolivia y Chile ante la Corte Internacional de Justicia –en el marco de la demanda interpuesta por el Estado Plurinacional en abril de 2013 para que el vecino país se vea obligado a dialogar para encontrar una salida soberana al Pacífico-, ya no existe la menor duda que “las líneas de defensa chilena han sido devastadas”, como acertadamente sentenció el ministro de Justicia, Héctor Arce.

El equipo nacional e internacional de Bolivia expuso con elevada solvencia los argumentos jurídicos e históricos que sustentan la demanda ante La Haya, en contraposición a la serie de contradicciones en las que incurrió la parte chilena. Cercada por la iniciativa estratégica boliviana no tuvo más que admitir que con el país se desarrollaron, en distintos momentos de nuestra historia, diálogos “de buena vecindad”, aunque por orgullo se atrincheró en negar que tuvieran efectos jurídicos.

En este balance preliminar, dos son los planos que ponen de manifiesto la gran debilidad con la que Chile encaró la fase de los alegatos orales. El primero, el de la exposición propiamente dicha de los miembros del equipo chileno. A diferencia de lo que sucedió con Bolivia -con una magistral introducción del expresidente y Agente ante La Haya, Eduardo Rodríguez Veltze, al que le siguieron luego los abogados internacionalistas Antonio Remiro Brotons, español; Mathias Forteau, francés; Monique Chemillier Gendreu, francesa; Payam Akhavan, iraní; Vaughan Lowe, inglés; y Amy Sander, también inglesa-, Chile empezó sus intervenciones con el uso de una batería de adjetivos que más que fortaleza denotaban debilidad, desesperación y baja moral. El agente de Chile, Claudio Grossmann, se llevó el título de las frases adjetivadas. Pero no solo eso, el vecino país ha continuado insistiendo en la vigencia del Tratado de 1904 -que es algo que Bolivia no objeta-, y que le llevó a experimentar una primera derrota en 2015, cuando la CIJ rechazó la objeción a la demanda boliviana.

El segundo plano de la debilidad chilena estuvo por fuera del Palacio de Paz de La Haya. Desde parlamentarios hasta dirigentes sociales e intelectuales del vecino país, se levantó la bandera de que el Estado chileno debería sentarse con Bolivia para encontrar una salida al diferendo que se tiene desde 1879, cuando se ocupó militarmente una parte del territorio boliviano. Esto quiere decir, que la justeza de la causa boliviana caló fondo en amplios sectores de la sociedad del vecino país que no comparten el concepto de que la guerra da derechos.

Lejos estuvo el gobierno chileno del llamado al diálogo entre pueblos hermanos formulado por el presidente Evo Morales, incluso antes de que se conozca el fallo de la CIJ. El jefe del Estado Plurinacional –el gran estratega de la demanda- reiteró en La Haya lo que ya adelantó días antes en Chile, en una conferencia de prensa después de participar del acto de juramentación presidencial de Sebastián Piñera.

Un balance objetivo de los alegatos orales ante La Haya muestra una clara victoria jurídica y moral de Bolivia, así como un Chile desesperado que no encuentra la manera de negar que tiene un tema históricamente pendiente de resolución con el Estado boliviano.

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