mayo 3, 2024

Putin sale airoso de un plan de conspiración interna


Por La Época-.


El conflicto militar en el Este de Europa ha ingresado a una fase que en pocas horas ha sido resuelta a favor del Kremlin, aunque pone en entredicho su grado de estabilidad en el mediano y largo plazo. Todavía falta por conocerse los detalles que contribuyeron a la resolución de un hecho militar que pudo haber desembocado en una “guerra civil” con imprevisibles consecuencias. Lo cierto es que los Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) batían palmas por lo que estaba ocurriendo, pues un derrocamiento del mandatario ruso tendría efectos negativos inmediatos en la aspiración de lograr un nuevo orden mundial multipolar. Ahora dependerá del propio Putin hacer lo que la situación aconseja.

Todo empezó el viernes por la tarde (hora de Moscú), cuando Yevgueni Prigozhin, líder del grupo paramilitar Wagner (una poderosa corporación militar privada), se rebeló contra el alto mando militar ruso por el presunto bombardeo aéreo a sus zonas de entrenamiento, información que fue rápidamente desmentida por el Ministerio de Defensa de la Federación de Rusia. Los efectivos de Wagner entraron sin resistencia en tres regiones rusas (Rostov, Voronej y Lipetsk), en parte, como todo lo indica y no ha sido destacado por ningún medio de comunicación hegemónico, por instrucciones del Kremlin para no darle a los enemigos de Occidente lo que buscaban: un enfrentamiento entre las fuerzas militares rusas y los mercenarios.

La orden de detener la marcha cuando las tropas de Wagner –que libraron acciones en África y al principio algunas batallas contra Ucrania– se hallaban a menos de 200km de Moscú y regresar a sus cuarteles, según recalcan los medios, fue resultado de la mediación del presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashneko, y del convencimiento de Prigozhin de que la acción podía rematar en un “baño de sangre”. La información, aún dispersa, da cuenta que el líder de Wagner se mudaría (asilado se supone) a Bielorrusia y su gente tendría garantías de no ser castigados.

Pero hay que ser ingenuo como para pensar que una desavenencia entre el mando militar ruso y el grupo Wagner, particularmente por la crítica de estos al Ministro de Defensa, sea la causa real de un movimiento rebelde que en menos de 24 horas planteaba la posibilidad de un golpe de Estado en contra de Putin, quien ha calificado de “traición” y “una puñalada por la espalda” al avance de esas fuerzas irregulares hacia Moscú.

En realidad, tanto las declaraciones del presidente de Ucrania, y del principal opositor a Putin, ahora fuera de ese país (Mijail Jodorkovski, calificado como el hombre más rico de Rusia), dan luces de que el premier ruso ha enfrentado una operación preparada con mucho tiempo de anticipación. Todavía es difícil saber si detrás de esta se encuentra la comunidad de inteligencia de la OTAN, pero no sería ninguna sorpresa.

De hecho, colocar a Putin entre dos frentes (interno y externo) siempre ha sido, como en toda guerra, una alternativa. De ahí que los clásicos de la guerra recomienden cuidar el frente interno cuando las fuerzas militares están en pleno desarrollo de operaciones externas. Y, tal como se ha sucedido en las últimas horas, Putin deberá poner mayor atención a lo que ocurre dentro Rusia, lo que a la vez abre la interrogante de si las posiciones conquistadas en Ucrania, en la zona del Donbas, podrán ser preservadas.

Los medios hegemónicos expondrán a un Putin debilitado ante los ojos del mundo y, es probable, al interior de Rusia. Pero si hay algo a tomar en cuenta es que en la guerra y en los planes de conspiración es mejor esperar a que pase el tiempo y se conozcan a profundidad los detalles. Las fuerzas de la OTAN, como reza un dicho popular, se estaban limpiando la boca antes de comer el plato de picante. El presidente ruso salió airoso, aunque con varias alertas que deberá tomar en cuenta.

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