mayo 3, 2024

Residuos de la q’aracracia…

Uso el neologismo de q’aracracia, para explicar de cómo funciona la democracia boliviana actual, con residuos profundamente coloniales y racistas de la mentalidad q’ara o karay, situadas geográficamente en los andes y, la amazonia, el oriente y el chaco del país, respectivamente. De ahí el nombre de q’aracracia o karaycracia. La Constitución Política del Estado Plurinacional del año 2009 declara que “dejamos en el pasado el Estado colonial, republicano y neoliberal” y se asume la construcción del “Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario” integrador y articulador de los diferentes pueblos y culturas del país. Esta declaración en términos teóricos es un gran avance; pero en la práctica los rescoldos de la q’aracracia o karaycracia se han ido rearticulando, o mejor dicho, se han ido recolonizando, radicalmente frente a lo indio. En la coyuntura actual es representado en el presidente Evo Morales.

A estas alturas cabe preguntarse ¿Qué es la q’aracracia o karaycracia? ¿Cómo sigue funcionando esa democracia liberal elitista? ¿Por qué no se ha podido aniquilar esta democracia racista? A las sociedades colonizadas les cuesta rebasar los obstáculos sociopolíticos básicos, como el de reconocer que todos los ciudadanos somos iguales. Recordemos que recién después de la revolución de 1952 tuvieron derecho al voto los indios y las mujeres.

Otra característica del colonialismo es el tejido de los límites sociales/raciales. Esta práctica ha generado una especie de zonas de frontera, o en términos societales lo permitido y lo no permitido. La revolución de 1952 logró que el indio vote y punto, aunque con ella se gestó la idea de la participación de los indios en la política, que no fue sencillo, pues la política del MNR fue tener indios sólo para que voten por sus patrones o la práctica del pongueaje político o la servidumbre política. Ya en los años de 1970 y 80 del siglo XX el movimiento indianista y katarista apostaron por la participación política propia, es decir, sin tutelajes, sin pongueajes, aunque la mentalidad colonial hacia que los “campesinos” todavía no creen en sus propios hermanos como candidatos.

Hoy se reclama el respeto a la democracia liberal, que es lo mismo decir q’aracracia o karaycracia. Se dice que es la defensa institucional que no es más que estar aferrado al the establishment o el sistema establecido colonial. Se puede tolerar al indio hasta por ahí, hasta de vicepresidente; pero ya no más como presidente y mucho más cuando éste comienza a jugar con las reglas jurídicas vigentes y políticas. Más bronca les da a los demócratas neoliberales cuando ese indio presidente ha sido reconocido en las lides internacionales. La cantaleta de respetar el referéndum del 21 de febrero a uno de sus resultados el No, es una linda excusa para pretender echarlo a Evo, porque los colonialistas y racistas no toleran que un indio este en el poder.

Resurge la idea del miedo colonial al indio, muy presente en frases como “están marchando las hordas masistas”, que se ha convertido en sinónimo de indios/indias ignorantes, incluso de gente corrupta y ladrona. El colonialismo es una sociedad del miedo y la violencia. Hoy hay miedo que un indio, Evo vuelva a ganar en las elecciones presidenciales de 2019. Los defensores del No, a pesar que se sienten superiores a los indios/as; pero en la práctica actúan como grandes perdedores, ¿acaso no es sentirse incapaz de enfrentarse al rival con las reglas del juego democrático?

¿Qué debería ser la democracia? El Estado Plurinacional es un paso hacia la construcción de otra sociedad, profundamente enraizada en sus civilizaciones ancestrales, campesinas, obreras y populares. Por lo tanto esta q’aracracia no nos sirve de mucho, aunque todavía tenemos que transitarla.


*    Es aymara-boliviano. Dr. en Estudios Culturales Latinoamericanos y es Docente en la UMSA.

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