abril 30, 2024

Cuidar legado de nuestros padres pide presidente de Senado boliviano

La Paz -. Andrónico Rodríguez tiene 32 años y solo aparenta mayor edad cuando habla en voz baja, casi susurrante, como midiendo las palabras, algo que ver con su ancestral cultura andina y sólida formación política y académica.

El joven dirigente cocalero y político boliviano se expresa también sin alardes, con humildad, otra virtud andina, y parece incómodo cuando se le menciona que muchos lo consideran el delfín del líder del Movimiento al Socialismo (MAS), Evo Morales.

Dice que es consciente de ello, debido a su trayectoria sindical y otros factores que han concurrido para que llegue a ser vicepresidente de la unión de cinco federaciones de cultivadores de coca de la tropical zona del Chapare, en el departamento (provincia) central de Cochabamba, de las que el presidente es Morales.

Como parte de lo que llama su recorrido, el magister en Ciencias Políticas fue elegido presidente del Senado, el tercer cargo más importante en la jerarquía constitucional boliviana.

‘Entonces, bueno, estamos acá, contentos porque creo que con mi presencia, de manera indirecta, hemos abierto muchas puertas para la juventud, tenemos pues esa responsabilidad’, dice, para comenzar.

Prensa Latina (PL): Dicen que usted es ‘el delfín’

Andrónico Rodríguez (AR): Así me consideran algunos analistas, sociólogos, politólogos, bueno…

PL: ¿Le gusta que se lo digan?

AR: No tanto, pero tampoco me molesta.

PL: ¿Por qué no tanto?

AR: Porque me dicen que soy sucesor, que soy heredero, que soy el delfín. Yo siento que en los procesos democráticos los liderazgos se construyen, no se heredan. Sin duda estoy siguiendo los pasos del hermano Evo y si estoy acá también es producto de su mensaje, de su orientación, de sus recomendaciones, de su impulso.

Desde mis inicios como dirigente, ha estado siempre aconsejándome, apuntalándome para un futuro promisorio, siempre ha estado ayudando en diferentes aspectos de la vida sindical a los dirigentes de las nuevas generaciones.

PL: ¿Sigue siendo vicepresidente de las cinco federaciones de productores de hoja de coca del Trópico de Cochabamba?

AR: Efectivamente. Y voy a ver la posibilidad de ir al menos una o dos veces al mes, los fines de semana, y asistir a alguna reunión. No quiero alejarme de esa conexión de la vida sindical.

PL: El presidente Luis Arce dijo al asumir el cargo que en esta nueva atapa hay que profundizar todo lo bueno hecho por el gobierno del MAS y corregir todo lo malo. ¿Qué opina?

AR: Son 14 años de gobierno de los movimientos sociales con nuestro hermano Evo a la cabeza. Nada es perfecto en política, siempre hay errores, tanto de personas como de autoridades, tanto de manera colectiva, de organizaciones. Entonces creo que es necesario, más allá de corregir errores, adecuar a los nuevos tiempos nuestras acciones, nuestras actividades.

Dentro del MAS, por ejemplo, la gente, las bases, piden renovación, no necesariamente jóvenes, de cualquier generación pero nuevos y no los mismos que eran concejal, después alcalde, después gobernador, ministro y siguen asumiendo. Eso es lo que incomoda a las bases.

Entonces, más allá de corregir errores cometidos tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo, como en el nivel de gobernadores, alcaldes, también hay errores en los que han incurrido dirigentes regionales, departamentales y nacionales.

PL: ¿Podría precisar algunos casos?

AR: Se pueden enumerar muchas cosas y algunas se refieren a temas muy delicados que se tratan en reuniones internas. Pero bueno, creo que, por ejemplo, a nivel Ejecutivo, no es pertinente subestimar ninguna protesta, por más que sean solo diez personas que estén haciendo escándalo, no podemos minimizar o subestimar una movilización, como nos ocurrió después de las elecciones del 20 de octubre de 2019 (ganadas por Morales pero cuestionadas por un supuesto fraude para imponer un gobierno de facto).

Es necesario tratar los problemas, dialogar, responder, ver las necesidades que tienen y, solo en caso extremo, cuando los intereses sean otros, como lo ha mostrado el año pasado, el Estado toma medidas con las fuerzas del orden, solo en casos extremos. Pero creo que antes es necesario agotar todas las instancias de solución. Muchas veces salen los médicos a protestar y se moviliza la policía. Empiezan a enfurecerse y desde el gobierno estamos criticando, cuestionando la protesta. Por más que sean de otros frentes, hay que comenzar a hacer una política distinta a la anterior. Por eso es necesario enmendar, corregir.

Creo que el hermano Luis Arce sabe muy bien, ha estado casi 14 años como ministro y seguramente también tiene identificados algunos errores, como muchos dirigentes desde afuera hemos visto. Y nunca hay que perder la calle como autoridad, no.

No hay que estar todo el tiempo del despacho al auto y del auto al avión. Entonces creo que es necesario alguna vez que la autoridad ande en un mercado, se reúna con sus organizaciones.

Porque el problema es que, por ejemplo, cuando un diputado o senador viene de algún movimiento social, la gente dice ‘mira, ya es autoridad, diputado o senador y por eso ya no baja a las bases’. Algunos se pierden, ya no van a sus organizaciones. Por eso no tenemos a veces una lectura real de la coyuntura política.

No es difícil ni imposible que las autoridades se puedan dar de alguna manera tiempo para compartir con la gente en la calle, con las organizaciones sociales, por lo menos una vez al mes.

PL: ¿Cuál es el papel de los jóvenes en esta segunda etapa del MAS en el gobierno de Bolivia?

AR: Cuidar lo que construyeron nuestros padres, cuidar y mejorar lo que consiguieron ellos porque sellaron con sangre este proceso de cambio que viene desde la guerra del agua, el año 2000 (gran protesta popular que anuló la privatización del servicio de agua potable de la ciudad de Cochabamba).

El 2000 fue el comienzo del fin de los gobiernos neoliberales. Después vino un periodo de inestabilidad permanente, hasta que finalmente ganamos, en 2006.

Yo era niño, muy niño, cuando veía a mis padres (cocaleros) salir a las calles pidiendo respeto a la vida, a la soberanía, nacionalización de los recursos naturales y todo eso se concretó a partir de que ganamos las elecciones de 2005.

Nuestros padres pensaron por Bolivia cuando los gobernantes querían privatizar el agua, privatizar y vender el gas a Estados Unidos; nada para Bolivia, todo para afuera. Nuestros padres lograron detenerlos y esa es la base, la esencia de nuestras luchas.

Y como jóvenes, tenemos que cumplir el rol de cuidar lo que lograron nuestros padres y seguir construyendo y mejorando de acuerdo con los nuevos tiempos. No es lo mismo 2005 que ahora, 2020. La tecnología avanza, la gente crece y en esa medida también aumentan las necesidades.

Hay nuevos actores políticos, nuevos votantes, nuevas expectativas y nuevas necesidades. Entonces, cómo ponernos a la altura de las exigencias de la sociedad, de la historia, es una responsabilidad también nuestra, de la juventud. Adecuar la situación social y política a lo que exige la sociedad en el momento, en el presente.

PL: Usted ha dado importancia a su formación académica. ¿Deben seguir ese ejemplo sus contemporáneos?

AR: Es una obligación moral de la juventud organizarse, planificar, estudiar, prepararse; estar formado e informado es muy importante porque necesitamos estar a la altura de lo que exige este proceso.

No solamente se trata de ser dirigente y no tener preparación académica, no es suficiente. Si bien nuestros padres, no porque no quisieron, sino porque no pudieron, solo alcanzaron a veces terminar la primaria. Pero sus hijos, ahora, gracias a este proceso de cambio, tienen oportunidad de estudiar y calificarse.

PL: ¿Como ve el panorama latinoamericano?

AR: Con la victoria de Alberto Fernández en Argentina, con la victoria del MAS en Bolivia, de Lucho (Luis Arce) y David (Choquehuanca, vicepresidente), renace el sueño y la esperanza de construir la Patria Grande.

En su momento, cuando en Ecuador el gobierno se da la vuelta a favor de los neoliberales, en Brasil perdemos y estando Macri en Argentina, en Chile se consolidaba con algunos problemas sociales Piñera, y bueno, solo quedaba Bolivia con ciertas debilidades ya a partir del referendo del 21 de febrero de 2016 -que rechazó una nueva reelección de Evo Morales-, como que se perdía la esperanza y el sueño de la Patria Grande que siempre habían anhelado Fidel Castro, Che Guevara, Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo.

Y cómo es la vida, aquí en Bolivia, ni la derecha se cree la tremenda derrota sufrida, ni la gran mayoría de los masistas nos creemos todavía haber obtenido más de 55 por ciento de los votos.

Ocurrió como de repente llega una tormenta que desborda el río e inunda todo, pero poco a poco las aguas vuelven a su cauce natural. Eso pasó acá y los tiempos son lo de menos.

Pasaron cinco años y en Argentina se logró, acá en menos de un año lo logramos. Y acá mismo, algunos decían esperaremos ahora 20 o 30 años.

Muchos de nosotros estábamos seguros de que íbamos a ganar, yo al menos siempre pensé que ganaríamos con más del 50 por ciento pero había cierta resignación de mucha gente frente a la derecha envalentonada, diciendo ‘el MAS no va a ganar, no va a volver al gobierno nunca más…’.

PL: ¿Cuál es la perspectiva de la región tras la victoria del MAS?

AR: Si logramos ganar en Ecuador, sin duda tiene que consolidarse la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la idea que tenían Evo Morales y Hugo Chávez era unir a todo el sur, no puede ser que el norte siga con sus políticas expansionistas dominando el mundo entero.

PL: ¿Qué opina sobre las históricas relaciones entre Bolivia y Cuba?

AR: Hasta la salida de nuestro hermano Evo, teníamos una estrecha relación con Cuba, no solo entre Estados, sino una amistad muy estrecha.

La cooperación cubana se manifestó por ejemplo con la Operación Milagro que intervino quirúrgicamente de cataratas y otras afecciones oftalmológicas a un gran número de bolivianos, llegaron muchos médicos a atender al pueblo, gracias a Cuba. Nuestras relaciones eran intensas.

Ahora vamos otra vez a encaminar y estrechar las relaciones con Cuba y también con Venezuela y con los demás países con los que el gobierno de facto rompió por simples caprichos, hasta con Argentina.

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