mayo 3, 2024

No confundir alineamiento con servilismo y entreguismo

Por Aram Aharonian -.


La jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson, reeditó la última semana el constante patrullaje de los Estados Unidos sobre la Argentina, mientras las posturas disolventes del presidente Javier Milei respecto de las construcciones de integración latinoamericana parecen ser parte de una misma pinza.

Richardson ya dejó ver sus planes el año pasado, cuando admitió sin tapujos que el interés de su país en la Región está en los bienes naturales: litio, agua y petróleo, entre otros “ricos recursos y elementos de tierra poco comunes”.

“¿Hay alguna duda de que estoy alineado con los Estados Unidos y con Israel? “, preguntó el presidente argentino en una entrevista concedida a la agencia financiera Bloomberg luego del cuestionado acto con autoridades militares estadounidenses en Ushuaia, la ciudad más austral del mundo.

Ya durante la campaña electoral Milei había avisado de elegir a los Estados Unidos como su principal vector de política exterior, de lo cual deriva su alineamiento automático en cuanto escenario active Washington, ya sea la guerra de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Rusia, el apoyo a la política genocida de Israel sobre Palestina o las constantes provocaciones a China.

¿Cómo se conquista un país sin necesidad siquiera de una guerra?: cuando lo entregan los de adentro.

Disfraz de ocasión

Disfrazado con un traje militar de fajina, el ultraderechista Milei apareció en la noche en Ushuaia para declarar su total alineamiento con los Estados Unidos y el mundo Occidental, ante la general Laura Richardson.

Junto a ella, anunció el establecimiento de una base estadounidense, a pocas millas de donde está enclavada una enorme base naval de Gran Bretaña en una isla del archipiélago de Malvinas, colonia de ese país reclamada desde 1833 por Argentina a la que pertenece.

En la segunda ciudad de ese territorio isleño, Tolhuin, el entonces presidente Carlos Menem decretó en 1995 la instalación de una base de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio estadounidense (más conocida como NASA) para presuntamente monitorear explosiones nucleares.

Desde Ushuaia, Milei dio una nueva muestra de entreguismo al servicio de los Estados Unidos. Junto a Richardson y al embajador estadounidense, Mark Stanley, Milei y su gabinete rindieron pleitesía a Washington, prometiendo nuevos y jugosos negocios, además de estrechar lazos a nivel militar, apenas dos días después del 42 aniversario de la guerra de Malvinas.

Milei quiso dejar en claro que el alineamiento de Argentina bajo su gestión será con los Estados Unidos, conocido su vínculo con el rival de Biden en las próximas elecciones estadounidense, el expresidente Donald Trump. A Washington le interesa contrarrestar la influencia de China en el continente.

El abandono argentino

Estados Unidos no necesita poner un pie en el Atlántico Sur: lo tiene en Malvinas y en Chile, un aliado de larga data. Lo que necesitan es mantener a China lo más lejos posible. Y la Argentina es el único cabo suelto que les quedaba. La base naval es apenas un síntoma o una consecuencia de algo más grande: el abandono por parte de Argentina de dos represas en la sureña provincia de Santa Cruz y del proyecto para construir un cuarto reactor nuclear con financiamiento de Beijing.

Además supone el alejamiento del Brics, el inminente veto a Huawei para participar de la red de 5G (que retrasa al país varios años en el despliegue de esa tecnología) y las barreras para que empresas chinas participen en la exploración y explotación de litio.

El camino que tomó Milei es un caso inédito de diplomicidio, subordinando las relaciones exteriores de un país soberano a la estrategia bélica de una potencia extranjera, lo que lesiona gravemente las relaciones con los principales socios históricos, los mayores clientes comerciales y los vecinos más importantes.

“Y puede concluir con una sesión de soberanía quizás irreversible que no solamente afecta a las Islas del Atlántico Sur y al Mar Argentino, sino que pone en peligro el reclamo sobre territorio antártico”, señala Nicolás Lantos.

Sin dudas fue una provocación “libertaria” a los intereses del país: el himno de los estados Unidos sonó en territorio argentino a pocos kilómetros de las Islas Malvinas y la bandera estadounidense flameó en la Base Naval de Ushuaia, en el acto que Milei le armó a la general Richardson. Como recompensa la Marina recibió de regalo un avión Hércules.

Paciencia china

La diplomacia china, de proverbial paciencia, comenzó a dar señales de agotamiento ante las agresiones constantes del presidente argentino, la canciller y los voceros. Varias veces la Embajada china tuvo que recurrir a las redes sociales para desmentir a funcionarios del Gobierno, algo inusual.

La canciller Diana Mondino (dejada de lado en la relación con los Estados Unidos, en manos de la jefatura de Gabinete) está intentando recomponer el vínculo. Su ausencia en Ushuaia volvió a avivar rumores de reemplazo. Los viejos diplomáticos le explican a Mondino que lejos de integrarse al mundo, la estrategia de sumisión elegida por Milei aísla al país de sus socios naturales.

Lo cierto es que los Estados Unidos no pueden (ni quieren) comprar lo que dejaría de demandar China. Otros mercados abiertos para la Argentina, que podrían incrementar sus compras, también corren riesgo bajo este régimen de alineamiento automático con Washington: Rusia, los países árabes, México, Colombia, Brasil.

Cesión de soberanía

La exministra de Defensa, Nilda Garré, calificó de “gravísimo” la construcción conjunta de una base militar con los Estados Unidos. “No encuentro los calificativos adecuados. Estados Unidos ha empezado a mirar de nuevo a América del Sur. Por eso, puso en funcionamiento de nuevo la Cuarta Flota, que estaba inactiva”.

La base “tiene una importancia estratégica fundamental porque estamos cerca de la Antártida y es parte del camino que se debe hacer para cruzar los estrechos que nos separan del Pacífico y, además, está muy cerca de las Islas Malvinas”, añadió Garré.

Y recordó que “últimamente, empezó a visitarnos Laura Richardson, jefa del Comando Sur, que es un verdadero ministerio de relaciones exteriores para América del Sur. Ya nos visitó tres veces durante el gobierno de Milei”, explicó.

“Es una locura que (Milei) haya encabezado ese acto en Ushuaia a las 12 de la noche, por cadena nacional, para anunciar semejante disparate, de hacer una base en conjunto con los estadounidenses en territorio nacional. Es una cesión de soberanía absolutamente inaceptable”, dijo la exministra, exembajadora en la OEA y en Venezuela y elegida cinco veces diputada nacional desde 1973.

Garré alertó también por las consecuencias de la invasión ideológica sobre las Fuerzas Armadas, en una cantidad de decisiones diplomáticas. “Hace pocos días se reunió el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para tratar el tema Palestina y muchos países votaron a favor del cese del fuego y de varias medidas para atenuar la gravedad del conflicto. Argentina, los estados Unidos e Israel votaron en contra. Solo cinco votaron en contra. Argentina es un esclavo de la política internacional de los Estados Unidos”.

El derrotero de Milei –embarcado también en la bombardear la integración regional– pone en riesgo la soberanía nacional y el derecho de los argentinos a vivir en paz, al margen de conflictos donde tiene mucho más para perder que para ganar.

 

*       Cortesía del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) – https://estrategia.la

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