mayo 3, 2024

Apuntes para leer las movilizaciones del 21F

El pasado 21 de febrero se anunciaba como una jornada difícil, más aun cuando la derecha se veía envalentonada gracias al triunfo que tuvo con la derogación del nuevo código penal. Para la oposición es el segundo aniversario del triunfo del No a la modificación a la Constitución Política del Estado que le impidió la re postulación a Evo Morales y abrió, al mismo tiempo, una oportunidad para que la oposición pueda disputar el poder político; para el oficialismo por su parte, representa el día del triunfo de la mentira, es decir de una nueva forma de hacer política en la que las campañas mediáticas tienen el poder de imponer nuevas realidades.

Aunque este fue un paro en el que las calles secundarias se vieron bloqueas más por objetos que por personas, es decir, mesas, sillas, masetas, autos de lujo y basureros, que a falta de gente bloqueaban las calles, no puede decirse lo mismo de las principales avenidas en las que la oposición logró hacer presencia, sobre todo en ciudades como La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, y otras fuera del eje central, a excepción de Cobija donde la oposición no pudo hacer nada.

Por su parte las movilizaciones del oficialismo no fueron desdeñables, tuvieron igualmente una gran musculatura política y la presencia visible de sectores campesinos, obreros e indígenas que todavía hablan de un contenido de clase de las fuerzas políticas del MAS.

Pero más allá de lo numérico, resulta interesante analizar los elementos discursivos que la oposición ha desplegado en estas movilizaciones cuyo rasgo principal es la generalización y universalización de la particularidad. Es decir, la consigna de “Bolivia dijo NO” intenta generalizar un 51% como si fuera una dato nacional, cuando no lo es y representa solo eso, un 51%. Al mismo tiempo la lucha por los intereses de clase de los sectores medios y altos por el poder político está logrando ser presentada como la lucha de una “ciudadanía ascética” por Bolivia y, consecuentemente con esta línea discursiva, la bandera nacional ha pasado a formar parte de la simbología de la oposición que ha sido apropiada por un sector particular en representación de todos.

Esta representación nacional que se arroga la oposición, pese a tener solo el 51%, es posible gracias a que logró apropiarse de la bandera democrática y posesionar su significado como sinónimo de elecciones y alteridad, desplazando otros significados que el MAS le dio.

Mientras tanto, el oficialismo parecer estar cediendo la representación de lo nacional que le permitió llegar al gobierno. El vertiginoso ascenso político del MAS fue posible justamente en la medida en que lo indígena, al desplazar las viejas elites, logró representar lo nacional popular en Bolivia al encarnar la lucha por la soberanía, la recuperación de los recursos naturales y una nueva forma de hacer democracia. Sin embargo, a partir del desconocimiento de los resultados del referéndum perdió la bandera democrática y a partir de eso, su representación de lo nacional está siendo minada.

La movilización del 21F fue nuevamente una demostración de fuerzas de ambos sectores, oficialismo y oposición, y señala un  a fuerte polarización social que por el momento no tiene manera de resolverse por a vía de la cuantificación. Esta polarización parece señalar un resquebrajamiento de la hegemonía política el MAS que tiene dos vías de resolución, por la fuerza o por el consentimiento popular.


*    Socióloga.

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