mayo 5, 2024

Un trascendental momento en nuestra historia


Por Julio A. Muriente Pérez *-.


Vivimos un momento trascendental en la historia de Nuestra América. El escenario principal es, como lo ha sido durante las pasadas dos décadas, Venezuela Bolivariana. La grave situación prevaleciente ha sido, en más de un sentido, anticipable. Era de esperar que conforme haya ido profundizándose el proceso de cambio político, social y económico en esa hermana nación, la respuesta del enemigo imperialista y sus cómplices y aliados fuera cada vez más agresiva, intolerante y amenazante.

Han ido desapareciendo los disfraces. Sin el menor escrúpulo y sin disimulo, se van alineando las fuerzas retrogradas, para las cuales resulta inadmisible que en algún lugar del planeta alguien tenga la osadía de intentar insuflarle vida a ideas que se supone trascendidas y sepultadas muy profundo, hace décadas.

¿Cómo explicar la histérica arremetida que se vuelca virulentamente contra Venezuela Bolivariana, desde los grandes centros de poder, timoneada por el gobierno de Estados Unidos, como si se tratara de una guerra mundial?
¿Cómo entender que, de manera tan inescrupulosa, un número indeterminado de gobiernos violenten principios tan importantes en el mundo moderno como el respeto a la soberanía nacional e independencia de los países que componen eso que se conoce como la comunidad internacional?

¿Cómo concebir que gobiernos con techo de cristal —como el de Perú, madriguera de presidentes ladrones y corruptos, o el de Brasil, dirigido por fascistas indeseables, o el propio gobierno estadounidense, dirigido por un sujeto tan peligroso como indeseable— pretendan atentar contra la voluntad de un pueblo soberano, intentando ver la paja en el ojo ajeno mientras pretenden no ver la viga en el ojo propio?

No nos confundamos. El problema principal no es el presidente constitucional Nicolás Maduro. Tampoco la legitimidad o no de unas elecciones. Ni siquiera la legitimidad o no de la Asamblea Nacional. Todo eso termina siendo un subterfugio para mal disimular la razón verdadera por la que las fuerzas retardatarias del planeta quieren hacer daño al pueblo venezolano y a la Revolución Bolivariana.

El gran pecado de Venezuela Bolivariana ha sido crear, con la voluntad de gran parte del pueblo expresada en las urnas, una Asamblea Nacional Constituyente, precisamente con el propósito expreso de constituir una nueva sociedad, una sociedad superior, una sociedad socialista del siglo veintiuno. Y eso, para el imperialismo estadounidense y sus aliados y cómplices, resulta inadmisible. Como resulta inadmisible perder el control sobre el país que posee las mayores reservas mundiales de petróleo, entre otras tantas riquezas naturales.

Venezuela Bolivariana ha demostrado durante las pasadas dos décadas, la falacia del fin de la historia luego de la desaparición de la Unión Soviética y el campo socialista este-europeo. Trabajosamente ha ido abriendo una brecha de esperanza que pueda dejar atrás la dominación y la explotación imperial. Eso es lo que no le perdonan. Por eso quieren destruir la Revolución Bolivariana. Por eso quieren acabar con Cuba, Nicaragua y Bolivia. Porque pretenden imponer la paz de los sepulcros.

Es, sin duda, hora de solidaridad y lucha. Es el momento de denunciar con fuerza a la diabólica concertación del mal que amenaza a Venezuela y a toda Nuestra América. Se impone el antimperialismo más firme y decidido.
Hoy, todos y todas somos bolivarianos y bolivarianas. Porque conocemos bien la naturaleza criminal del imperialismo y sus aliados y cómplices. Porque apoyando a Venezuela nos apoyamos a nosotros mismos. Porque no podemos permanecer indiferentes. Porque nos va la vida, en este momento trascendental de nuestra historia.


* Catedrático Universidad de Puerto Rico y dirigente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH) de Puerto Rico.


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